lunes, 23 de diciembre de 2013

Capítulo 2.

Capítulo de la primera temporada: http://nobodycomparesatyou.blogspot.com.es/2012/12/capitulo-2.html

*

Andaba con la mente en blanco por la calle. Mi camiseta de tirantes era demasiada ropa para llevar en un día tan bochornoso como hoy.

Aún no había podido salir del shock que me tocaría vivir. ¿Ser el profesor de matemáticas de mi cuñada? Si era así como podía llamarse.

Agité mi cabeza intentando ser lo más objetivo posible. No quería juzgar a nadie y verlo desde la perspectiva que debía de ser.

Yo quería a Anne, ¿No? Si esto era a lo que me exponía por estar con ella, debía de hacerlo.

Aún así, en mi cabeza no cogía la idea de tener que ser simpático y poner buena cara a la hermana tan rara de mi novia. ¿No había otra opción? No, debía de ser esa.

Puse mis ojos en blanco y empecé a andar más rápido, el calor ya era insoportable.

Minutos después, llegué a los pies de la arena de la playa. Ahí estaban todos mis amigos esperándome como de costumbre.

-Tío, ¿Alguna vez en tu vida podrás ser puntual? – Preguntó Zayn.
-Yo también me alegro de verte, Zayn. – Contesté.

Todos se rieron de nuestro peculiar saludo y chocamos nuestras manos.

-¿Os apetece un partido de volley? – Propuso uno de nosotros.
-Claro. – Dije.

No costó demasiado convencer a los demás y, segundos después, emprendimos camino hacia la red que estaba libre. Yo estaba constantemente peleándome con mis zapatillas mientras atravesaba la arena, como de costumbre.

-Mirad. – Nos susurró Zayn a tres de nosotros.

Fruncí el ceño y le seguí con la mirada al chico, el cual aprovechó el despiste de Tom para ofrecerle una gran colleja.

Todos nos rompimos a reír cuando vimos que se invadieron en una pequeña carrera. Les seguí de nuevo con la mirada, pero esta vez fue a parar algo un poco más sorprendente. Me paré algo en seco y, dos segundos después, retomé el paso.

¿Esa chica que se estaba dando el protector solar tan sonriente no era _____? Mis ojos se agrandaron tres centímetros por segundo transcurrido mientras mi mente se quedó en blanco.

Sin embargo, mis pies continuaron andando. Normalidad, normalidad. Que no me saludase, que no me mirase. Ya tenía suficiente con tener que ir todos los días a “enseñarla” matemáticas.

Su mirada se levantó y mis ojos dieron con los suyos. Inmediatamente retiré la mirada y sacudí levemente mi cabeza.

Oh, mierda. Estaba quedando como un idiota.

Miré de reojo de nuevo y ella permanecía revisándome de arriba abajo, mientras sus otras dos amigas se reían mientras se echaban el protector, sin darse cuenta de lo que estaba pasando entre su amiga y yo. 

No entendí bien por qué esperaba un gesto mío. Si apenas la conocía de media hora. ¿Acaso el ser su profesor de matemáticas me ataba a preguntarla y saludarla como si fuésemos amigos de toda la vida cada vez que la veía? Una cosa no justificaba la otra.

-Hey, Niall. ¿Estás bien? – Preguntó Zayn, sofocado.

Sacudí mi cabeza y miré a mi amigo.

-Sí, sí. ¿Por qué no iba a estarlo?

Le di un pequeño golpe en la espalda y ambos sonreímos.

-¿Al final pudiste con Tom? – Pregunté.
-Claro, ¿Qué esperabas? Yo puedo con todo el mundo.
-¿Ah, sí? ¿Incluso conmigo?
-Contigo más, Nialler.
-¿Me has llamado Nialler?
-Tío, corre. – Se escuchó decir a uno de nuestros amigos.

Su puño aterrizó en mi estómago despacio y yo agrandé los ojos mientras que me puse a correr detrás de él. 
Su agilidad corriendo no se comparaba con la mía, y se escapaba siempre de mí.

-¡Eh, parad! – Exclamó Tom.

Ambos paramos inmediatamente y, sofocados, empezamos a pegarnos de broma.

-Vamos, colocaros. – Exigió de nuevo Tom.

Quité mi camiseta de tirantes dejando solo el bañador verde como única prenda en mi cuerpo. También me puse las gafas de sol para que pudiese ver el balón.

Empezamos la partida y miré discretamente al sitio donde estaban _____ y sus amigas, pero no había rastro de ellas.

Mi mirada empezó a buscarlas, sin ninguna razón en concreto, y las encontré metidas en el mar, todas mirando en la misma dirección: Yo.

Fruncí el ceño mientras di al balón para pasarlo al otro campo. ¿Por qué me mirarían?

Decidí centrarme en el juego y comencé a meter puntos al otro equipo. La constante celebración de Zayn y los demás, les irritaba hasta el punto de llegar a desconcentrarse totalmente.

Mi mirada de nuevo se dirigió a ______. Estaba saliendo del agua e iba corriendo a algún sitio. Su rostro iba acompañado de una preciosa sonrisa, como la de Anne. Eran realmente parecidas.

-¡Niall! – Protestó Jordan.

Le miré sobresaltado y su frente estaba arrugada.

-¿En qué demonios estás pensando? Ese punto ha sido el más fácil de toda la partida.

Vi como Tom y los de su equipo celebraban uno de sus pocos puntos y me disculpé. Ahora sí que tenía claro que no debía desconcentrarme.

¿En qué estaba pensando? ¿Por qué esa cría y todas las de su grupo me miraban tanto? De verdad me desconcertaba e irritaba. Más que nuestras celebraciones a nuestros contrarios.

Unas nubes negras y un viento que levantaba con todas sus ganas la arena, nos interrumpieron el juego. Decidimos recoger todo y volver a casa.

-Niall, yo tengo la bici. ¿Quieres que te lleve? – Propuso Zayn.
-Sí, por favor. – Contesté.

Todos corrimos hacia las bicicletas y nos montamos en ellas. Zayn en el sillín y yo atrás, de pie.

Empezamos a callejear, Zayn decía que era todo más rápido.

Nos acercábamos a la zona en la que vivía Anne, y rezaba porque su madre no saliese en cualquier momento.

-¿Vas cómodo? – Preguntó Zayn.
-Sí. – Contesté.

El chico asintió con la cabeza y empezó a pedalear más fuerte.

-Mira aquella chica, ¿Qué diablos está haciendo? – Preguntó.

Mi sonrisa me delató y me fijé que de verdad hacía algo raro con una toalla en la cabeza.

-Vamos a reírnos un rato. – Sugirió Zayn.

Este aceleró todavía más, cambiando las marchas.

-¡Qué guapa! – Gritó Zayn con ironía.

Su destacada carcajada me contagió, pero solo por un milisegundo. Cuando aquella chica se quitó la toalla de la cabeza, me di cuenta de que era ______. ¡Oh, no! ¿La habría cagado?

-¡Joder, Zayn! – Exclamé.
-¿Qué? – Preguntó aún sonriente.
-¡Esa es la hermana de mi novia!
-¿Y? No pasará nada, tío.

Fruncí el ceño y miré hacia el suelo, mirando como la velocidad de las ruedas iba casi más rápido que el sonido o la luz.

Siempre habíamos sido así, ¿Por qué no me sentí bien al hacérselo a ella?

***
Al día siguiente.

-Buenos días, Niall. – Dijo la madre de Anne, algo seca, en la entrada de la casa.
-Buenos días, señora. – Contesté.

Mi mente tenía un subconsciente que rezaba porque ayer ______ no les hubiese dicho nada sobre nuestro comportamiento tan infantil por la tarde con ella.

-¿Dónde está _____? – Preguntó Anne a su madre.
-Creo que aún no se ha despertado. Iré a avisarla de que ya estás aquí, Niall. – Dijo.

Asentí con la cabeza algo avergonzado. La señora comenzó a subir las escaleras y yo miré a Anne, que tenía esa magnífica sonrisa en su rostro, como de costumbre.

-¡Hola, cielo!

Sus labios se apoyaron en los míos ofreciéndome un casto beso. Se lo devolví y rápidamente ambos nos alejamos.

-Ven. – Me invitó.

Cogió mi mano y me condujo por el pasillo hasta llegar a la puerta del salón. Cogió de los pomos y la abrió. Un fresco aire del aire acondicionado me invadió, cosa que agradecí.

-Puedes tomar asiento. – Me propuso Anne.
-Gracias. – Le agradecí.

La chica se sentó a mi lado y la miraba encantado. ¿Por qué demonios me parecía tan preciosa? ¿Por qué la quería tanto? Estaba dispuesto a hacer esta absurdez por ella, ¿Enserio solo la quería?

-¿Estás nervioso? – Preguntó Anne.
-Algo. – Confesé. – Nunca he tratado con muchas chicas, siempre suelo estar con chicos y no sé cómo comportarme.
-Compórtate como si fuese un chico que acabas de conocer. – Me propuso.
-¿Enserio debo de comportarme así? – Pregunté, no muy seguro de que debiese de hacer eso.
-Sí, claro. Haz como si ella fuese un chico, algo más pequeño.
-Pero Anne, yo cuando conozco a alguien soy algo…
-He conseguido un trabajo en una tienda del paseo marítimo. – Me interrumpió. – Así mientras estéis estudiando no os molestaré.
-¿Trabajo? – Reclamé.
-Sí, cielo. Trabajo.  ¡En una tienda! Estaré encantada.
-Pero… No hace falta que te vayas.
-Será lo mejor para los tres.

Algo en la puerta del salón hizo que ambos nos sobresaltásemos. Era _____, y todo el zumo que llevaba en la mano se había derramado por la alfombra del salón.

Me sorprendí al ver que, esa chica, además de rara era algo torpe.

Su cara era de total sorpresa y creo que sus ojos pedían a gritos que la tierra la tragase. Yo estaba totalmente sorprendido. ¿De verdad tendría que estar una hora diaria con ella? Creo que no compaginaríamos nunca.

-¿Qué ha pasado? – Anne se acercó alarmada. - ¿____?
-Lo… lo siento… - Se disculpó la chica.
-Iré a por la fregona. Vosotros mientras iros acomodando.  – Dijo Anne.

Mis ojos se abrieron cuando vi que me tocaba quedarme ya solo con ella. Me miró buscando una mirada de complicidad, pero no pude correspondérsela. Estaba totalmente aislado. No sabía cómo debía de comportarme con ella. ¿Cómo Anne me había propuesto? ¿De verdad era la forma adecuada?

Vi como se dirigía a mí con pasos cortos y tímidos, sus manos estaban unidas por delante de su cintura.

Se sentó a mi lado y, ahora sus manos, rodearon sus rodillas. Mecía levemente su cuerpo mientras yo aún seguía sorprendido.

-Hola. – Me dijo con una sonrisa.

La miré algo sorprendido aún y algo dentro de mí me incitó a que la mandase una sonrisa. Estiré mis labios y la sonreí. Demasiado falsamente.

-Soy _____.  Ayer no tuve tiempo de presentarme.

De nuevo la miré y la sonreí vagamente. Las falsas sonrisas se apoderaban de mí. ¡Ya sé cómo te llamas!

-Y, bueno, serás mi profesor, ¿no? – Preguntó.
-Creo que está bastante claro. – Contesté.

Sí, conteste exactamente como le hubiera contestado a un chico que acababa de conocer. Mi frialdad con las personas desconocidas era algo que llevaba en la sangre, con ella no podía ser menos. Y más, si seguía el consejo de Anne. Debía de ser como era.

La chica miró a su alrededor entendiendo que yo no era una persona de muchas palabras con desconocidos. Continuó con su mecedura de cuerpo y yo uní mis manos para desahogarme retorciendo mis nudillos.

Anne entró por el salón con un cubo y una fregona y empezó a escurrirla para pasarla por aquel zumo que _____ acababa de derribar. Ella se levantó del sillón y yo aproveché para sacar el móvil.

Cuando levanté la cabeza me di cuenta de que Anne y _____ estaban hablando  mientras mi novia fregaba. Me alivié por un segundo.

Esto no iba a ser nada fácil, y menos sabiendo que la chica con la que me tocaba ejercer de profesor era algo rara, torpe y un poco cría.


¿Qué podría salir de aquí?

lunes, 28 de octubre de 2013

Capítulo 1.


*

-¿Lo estás diciendo enserio? – Le pregunté.

Ella se dejaba agarrar la muñeca con mi mano. Sus ojos rasgados y oscuros junto a su pelo moreno con la raya en medio. Esa sonrisa que le subían los pómulos. Sus carcajadas eran droga para mis oídos.

-¡Claro! – Exclamó entre carcajadas contagiosas.

Sonreí tímidamente y miré al suelo, aflojando la presión que tenía apoyada en su muñeca tan fina.

-¿No crees que…?
-No. – Me interrumpió.

Se soltó ágilmente de mi muñeca y, acto seguido, entrelazó sus dedos con los míos. Yo no discutí y dejé que lo hiciese.

-No creo nada. – Añadió, pegando su torso con el mío y mirándome desde abajo, con, como no, su sonrisa perfecta. – Sé que es el momento, Niall. Quiero que conozcas a mis padres y a mis hermanos. Y sé que lo mejor es que ninguno se lo espere.

Negué con la cabeza asumiendo la locura que Anne me proponía. ¡¿Conocer a su familia?! Resoplé y la chica no apartaba la sonrisa de su rostro.

-¿Quieres? – Preguntó.
-Eres tú la que debe querer.
-Y quiero, cielo. – Musitó, a dos escasos centímetros de mi boca.
-Entonces… No hay más que hablar.

La chica sonrió y me dio un rápido y suave beso en los labios.

-Genial. – Exclamó.

Segundos después, se alejó de mí, sin soltarse de mi mano, y me miró.

-A la hora de comer. Sé puntual.
-Lo seré. – Contesté sonriendo.
-¿Sabes dónde es? – Preguntó.
-Sí, me lo apuntaste antes, ¿Recuerdas?
-Ah, sí. – Dijo agitando su cabeza. – Soy una despistada.

La chica soltó mi mano dedicándome, ahora más amplia, una sonrisa.

-¡Luego te veo! – Me exclamó sacudiendo la mano y empezando a andar.

Sonreí. Anne era increíble. Quizás fuese su pelo, su sonrisa, su labia, su personalidad e ironía cuando menos lo esperaba. Su alegría y su vitalidad. Quién sabe. Sólo sabía que estaba enamorado de ella, y que nada podía hacerme cambiar de opinión.

Miré hasta que desapareció por la calle. Sí, siempre tan contenta y sonriente… Era diferente a todas las demás. A sus veintidós años parecía tener una vitalidad de dieciséis y estar viviendo un amor adolescente.

Y, ahora, solo tocaba esperar un par de horas hasta que fuese la hora de la comida y poder buscar  la casa donde Anne me indicó que sería esa comida familiar donde conocería a su familia.

Sin embargo, y si algo me imponía sobre todas las cosas, era su madre. Anne siempre me la describió una madre fría y estricta, la cual hacía lo que fuese para que la vida de sus hijos estuviese firme y bien encaminada.

Estaba nervioso, nunca había conocido a los padres de mis anteriores novias. Ninguna había confiado tanto en mí como para dar ese gran paso.

Aspiré y me monté en el coche para ir a mi apartamento.

~

Di un par de vueltas por la acera de enfrente de la casa. Un nudo en el estómago y un pulso acelerado me impedían tranquilizarme. Era una casa grande y preciosa.

Tragué saliva y apreté mis puños haciendo que las venas de mis brazos se marcasen. ¿Sudaría? Hacía demasiado calor ahí afuera. Comenzaba el verano y, con él, miles de experiencias que yo no sabía ni que podían llegar a existir.

Tomé aire una última vez y comencé a andar hacia la primera puerta exterior. La toqué y vi que, casualmente, estaba abierta.

La empujé y sonreí. Al parecer no era el momento de entrar aún.

Pisé el camino que conducía hasta las escaleras de un pequeño porche. A mi derecha había un columpio amplio donde podrían tener un rato libre. A mi izquierda, césped perfectamente verde y cuidado.

Continué andando, nervioso, y subí las escaleras del porche sin intentar perder el equilibrio y poder continuar teniendo algo de dignidad.

Ya estaba ahí, observando el botón del timbre. ¿Lo pulsaba ya o necesitaba echar a correr? No, no podía hacerle eso a Anne.

Caminé de un lado para otro dos veces y, tras auto convencerme, pulsé el botón del timbre.

Tragué saliva y sentí como mi garganta ardía, y mi frente quemaba por el calor y quizás por los nervios.

Esperé alrededor de dos minutos, pero, segundos después, escuché unos pasos apresurados hacia la puerta.

Sólo bastó un segundo para que una jovencita, quizás tres o cuatro años más pequeña que yo, abriese la puerta y se quedase mirándome.

No era la situación que tenía pensada, ni siquiera tenía pensado que quien me abriese la puerta no fuese Anne.

Resoplé en mi interior y vi como esa chica me revisaba de arriba abajo. Pero, ¿Qué diablos?

Tras mirar a la chica fijamente y no encontrar ninguna respuesta por minutos, llegué a la conclusión de que quizás me había confundido.  

-Creo que me he equivocado… - Dije, mientras que la chica me miró sorprendida.
-¿Quién eres? -  Preguntó.
-Niall, Niall Horan. – Dije. La chica entreabrió la boca y yo fruncí el ceño sin entender su reacción.  – Anne me debió de dar la dirección mal, lo siento.

Me di media vuelta y comencé a bajar las escaleras. ¡Maldita Anne! Me había engañado. Ya me imaginaba su reacción cuando la llamase para decirle que su broma no había sido del todo agradable. Su sonrisa y su carcajada profunda a través del teléfono…

No podía enfadarme con ella. Solo de pensar lo dulce e increíble que era, me endulzaba.

-¡Espera! – Escuché detrás de mí.  –Anne vive aquí. Anne es mi hermana.

Me di la vuelta y la miré, casi limpiándose el sudor y con los nervios a flor de piel. Fruncí el ceño de nuevo y, por dentro, resoplé al saber que no había sido una broma de Anne, y que simplemente me había precipitado.

-Bien. –  Dije metiéndome las manos en los bolsillos traseros para que ella me dejase entrar.
-Oh, perdón. Adelante.

La miré, sin sonreírla. No tenía gracia alguna. Estaba demasiado nervioso como para andarme con jueguecitos.

Pasé delante de la chica y noté como aspiró mi olor. Giré mi labio sin que ella me viese y me paré para que ella me indicase el camino. Sin embargo, no vi ningún amago de que lo fuese a hacer.

-¿Nos vamos a quedar aquí? – Pregunté de nuevo, al ver que no tenía reacción.
-Disculpa… Ven.

Arqueé las cejas y dejé que se pusiese delante de mí para seguirla. Lo único que se me vino a la mente mientras observaba la bonita y concordada decoración es que esa chica solo tenía el físico parecido a Anne.

La chica se situó delante de la puerta del que posiblemente fuese el comedor y la abrió.

-¡Eso es lo que os tenía que contar! – Exclamó Anne al verme.

Acto seguido se levantó de la silla y abrió los brazos en busca de un abrazo mío. Me miró con una mueca de complicidad. Yo sonreía como un idiota.

Todos los de la sala me miraban extrañados, incluso la hermana de Anne. Sin embargo, en quien más me fijé desde el principio, fue en el gesto de frialdad y distancia que mantenía la mujer en la mesa. El gesto del padre, sin embargo, era totalmente opuesto. De tranquilidad y de no importarle mucho toda la situación.

La sonrisa de Anne estaba en su cara. Era tan preciosa. Y, ella, seguía entre mis brazos, sin importarle la reacción de sus familiares.

-¡Niall es mi novio! – Exclamó la chica.

La miré sorprendido. La madre me mataría, y la mataría.

-¿Tu qué? – Reclamó la madre.

Ahora el padre cambió su gesto, y me miró con también algunas ganas de cogerme el pescuezo y arrancármelo. En la mesa también había un chico, que posiblemente fuese el hermano mayor del que tanto me había hablado. Liam, creía que se llamaba. Todas las caras de todos ellos eran de sorpresa. Yo quería que se agrietase la tierra y, por un segundo, me tragase.

Quizás estuviese rojo, colorado. No lo sé. Mi piel blanca no duraría mucho tiempo intacta en esta situación.

-Mi novio. – Recalcó Anne entusiasmada.

Sonreí por dentro y felicitándome de que sí, yo era su novio, y ella era mía.

Sin embargo, la sonrisa interior se retiró de un soplo cuando la madre se levantó de la mesa.

-Jovencita, ¿Podemos hablar un momento?

La chica no se negó y se dejó agarrar por el brazo con la mano de su madre. Mi gesto se enfrió y no sabía qué hacer cuando escuché que Anne había abandonado la sala.  Nada bueno podría cocinarse ahí afuera.

-Oh, toma asiento. – Dijo el padre de Anne.

Sonreí e hice caso. Sería lo mejor intentar disimular mi nerviosismo y calmar mis ganas de desaparecer de esa situación en ese justo momento. Me encaminé hacia una silla y tomé asiento.

Nadie hablaba. Yo observaba el diseño del salón mientras miraba como los dos hombres de la mesa devoraban la sopa que tenía tan buena pinta.

Debajo de la mesa, mis dedos pulgares estaban dando vueltas sobre sí mismos, y jugando un poco para calmar el ambiente interior que había construido yo solo. O bueno, quizás también alimentado por la situación tan incómoda que me estaba tocando vivir, y todo por complacer a Anne.

Mis ojos viajaron hasta los de su hermana, que me miraba concentrada. ¿Por qué me miraba de esa manera? ¿Tendría algo en la cara? ¿Estaría ya rojo? Los ojos de la chica rodaron tan rápidamente como yo paré los míos en los suyos. Qué chica tan rara…

La puerta del comedor nuevamente se abrió y entraron Anne acompañada de su madre. El gesto de la chica no era del todo amable, y no sabía qué pasaría ahora.

Quizás lo mejor que podría pasar sería que me fuese…

-Creo que yo me voy a ir yendo. – Dije.

Mi voz retumbó demasiado entre esas paredes, y todos me miraron de una forma algo inquietante. Me mordí el labio interiormente y pensé que no había sido del todo buena idea que me presentase aquí tan de sorpresa.

-Bien. – Dijo la madre de Anne.

Mi gesto fue de sorpresa. La madre fue algo impertinente con ese comentario. Me levanté de la silla, rodeando la mesa. A esa señora no le había caído nada bien, o eso me daba a pensar.

Miré a Anne y ella me miró con el gesto entristecido, girando el labio y arrepentida de su decisión.

-Lo siento... – Me vocalizó por lo bajo.

Giré el labio en forma de media sonrisa y ella pareció tranquilizarse. Quería que todos desapareciesen y pudiese abrazarla para sacarle esa sonrisa que tanto me gustaba, pero me tenía que ir. Era lo mejor.

-_____, acompáñale a la puerta. – Ordenó de nuevo la mujer.

_____. Así se llamaba la hermana de Anne. Tenía un bonito nombre, no podía negar eso.

La chica saltó automáticamente de la silla y se puso a mi lado, abriendo la puerta del comedor con sus manos y dejándome pasar.

Ambos emprendimos camino por el pasillo y había un silencio incómodo. Esa chica tenía un comportamiento y unos gestos extraños.

-Lo siento... – Se disculpó cuando llegamos a la puerta.

Fruncí el ceño y la miré perdido. ¿Por qué se disculpaba ella? No tenía la culpa. Encogí mis hombros.

-No es nada. – Dije.

Abandoné la casa elegantemente y crucé el camino de piedras, dirigiéndome andando hasta donde vivía.

El ir a su casa no había salido tal y como lo habíamos planeado. ¿Qué pasaría ahora con nosotros?

Miles de sensaciones recorrían mi cuerpo. ¿Y si Anne lo pasaba mal si estaba conmigo?

Decidí no involucrarme y maltratarme interiormente más y, lo que me quedaba para llegar a casa, decidí pensar en otras cosas.

~

Estaba tumbado en el sofá aún poco amoldado a mi cuerpo de la casa. Hacía tan poco tiempo que me había venido a vivir a este apartamento, que aún los muebles olían a madera nueva.

Bebía de mi botellín mientras miraba la televisión con el mando en la mano y sin decidirme con total certeza por algo que ver.

Segundos después, vi como en la mesa de al lado del sofá, mi móvil comenzó a vibrar y a desplazarse por ella.

Me incorporé y dejé rápidamente el botellín, cogiendo el móvil y percatándome de que Anne era la que llamaba.

Los nervios se apoderaron de mí. ¿Qué habría pasado y por qué habría tardado más de tres horas en llamarme?

No me demoré más y contesté el teléfono.

-Cielo. – Musité.
-Hola, Niall. – Murmuró ella, con la voz apagada.
-Perdóname… Quizás no haya sido del todo…
-No. – Me interrumpió ella, como de costumbre. – No es tu culpa.
-Bueno, quizás…
-No, Niall. Mi madre es muy estricta y aún cree que tiene poder sobre mí. Tengo veinte años y sé lo que hago, o lo que puedo hacer. – Me dijo, casi regañándome. 

Me quedé callado sin saber qué decirla. Tenía razón.

-Bueno, no puedo decirte otra cosa que no sea lo siento… - Dije.
-Yo sí. – Exclamó ella.

No sé por qué, me imaginé a Anne tumbada en su cama, mirando al techo y, por un momento, sonriendo.

-¿Tú sí? – Reclamé.
-He llegado a un acuerdo con mi madre. – Dijo.

Fruncí el ceño y vi una pequeña luz al final del túnel estrecho y oscuro.

-¿Cuál? – Pregunté curioso.
-Mi hermana necesita un profesor de matemáticas. – Informó. – Sólo necesitamos que confíe en ti, Niall. Solo necesitamos que le demuestres que puedes hacer algo para que le influencie a ella o algo que le importa positivamente.
-¿Qué quieres decir, Anne? – Pregunté, sin entender nada.
-Sólo hazte pasar por profesor de matemáticas.
-¡¿Qué?! – Exclamé. -¿Estás loca? ¿Cómo voy a hacer eso?
-Me has dicho muchas veces que se te dan bien.
-Pero no sé dar clases, Anne. Yo no sé hacer eso.
-Vamos, Niall. Confío en ti. Es de la única manera que podré hacer que mi madre confíe en ti y en mí.

Pero, ¿Por qué diablos me pedía esto? Era algo absurdo. No tenía que convencer de esta manera a nadie para que pudiese aceptar una mujer mis relaciones.

Me llevé la mano a la cara y me masajeé sin saber qué contestarla.

-Anne… Eso es una locura.
-Me buscaré un trabajo para cuando estés dando clases con ______. – Dijo, entusiasmada.
-Oh, Dios mío…
-Venga, acepta, por favor.
-Pero…
-Por favor, por favor.
-Está bien.

¿Había aceptado? ¿Enserio había aceptado hacerme pasar por profesor de matemáticas de una cría/hermana de mi novia/cuñada, para que la madre de mi novia/suegra, pudiese confiar en mí y aprobar nuestra relación?


Era algo surrealista, pero que haría si fuese por Anne. 

PD. ¡Aquí vuelve Nobody Compares! Esta historia me resultó increíble hacerla y leer todos vuestros comentarios y reacciones. Me encanta empezar una segunda temporada y ojalá salga genial, como la primera. Espero que os guste la idea y espero que salga bien. Espero que os guste y espero de verdad que la viváis tanto como la viviré yo volviéndola a escribir, y que de verdad vuelva la magia del rubito en Nobody Compares. ¡OS QUIERO NERRYS!



domingo, 22 de septiembre de 2013

Sinopsis {Nobody Compares 2}



Qué pasaría si lo que nadie puede comparar, volviese a ser contada por él... Volviese a tomar vida ese deseo y esa rabia de no ser ella quien toma su mano.

Qué pasaría si todo eso volviese a ser contado. Si ahora es él. Si es él quien cuenta que no ama a la que realmente cree. Qué pasaría si se da cuenta que de quien menos debería sentir eso que sentía, era por quien más lo sintiese. Qué pasaría si ahora lo que nadie puede comparar está narrado desde otro punto de vista.

¿Qué pasaría si Nobody Compares llega para ser narrada por él?

SEGUNDA TEMPORADA DE NOBODY COMPARES (La historia Narrada por Niall)